Posteado por: javibrasil | 1 marzo 2010

COMPRAVENTA

Por anidar um femtosegundo en su imaginación arco iris… Por ser el espía que vigila su ingenio… Por poder agazaparme en los escondrijos de su fantasía… Por todo eso y por más, sería capaz de venderle mi alma al diablo con tal de poder escribir como Eduardo Galeano.

Pero sólo si incluimos una clausula de recompra.

No es bueno obsesionarse. Ni siquiera con los mejores.

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El Silencio

Una larga mesa de amigos, en el restorán Plataforma, era el refugio de Tom Jobim contra el sol del mediodía y el tumulto de las calles de Río de Janeiro.

Aquel mediodía, Tom se sentó aparte. En un rincón, se quedó tomando cerveza con Zé Fernando. Con él compartía el sombrero de paja, que lo usaban salteado, un día uno, al día siguiente el otro, y también compartían algunas cosas más.

—No —dijo Tom, cuando alguien se arrimó—. Estoy en una conversa muy importante.

Y cuando se acercó otro amigo:

—Me vas a disculpar, pero nosotros tenemos mucho que hablar.

Y a otro:

—Perdón, pero aquí estamos discutiendo un asunto grave.

En ese rincón aparte, Tom y Zé Fernando no se dijeron ni una sola palabra. Zé Fernando estaba en un día muy jodido, uno de esos días que habría que arrancar del almanaque y expulsar de la memoria, y Tom lo acompañaba callando cervezas. Así estuvieron, música del silencio, desde el mediodía hasta el fin de la tarde.

Ya no había nadie en el restorán cuando se marcharon los dos, caminando despacito.


Respuestas

  1. Tu cláusula de recompra te la robaría yo, Javi, si pudiera. Estoy contigo en que no es bueno obsesionarse… ni siquiera con los mejores…

  2. Grandísimo Galeano… y, cómo me siento reconfortada con el relato. La mejor compañía para un día jodiddo, una cerveza, un amigo y el silencio…


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