No vale nada. Nada. El horizonte está devaluado. Solo algunos idiotas lo seguimos considerando un bien de primera necesidad, como el silencio o la sonrisa, también en decadencia. Una línea azul. Unos trazos marrones y verdes horizontales. Un cardumen de granos de arenas en imperceptible movimiento. Ya nadie mira al horizonte. Ya nadie quiere horizonte. Todo se está reduciendo al primer plano. Es un absurdo, pero la gente es absurda. Yo mismo lo soy también. Reniegan del horizonte, aparentemente inmutable, tedioso, aburrido. Insufrible. La gente quiere movimiento, aunque no sepan dónde van. Ansían hormigueros estrechos y atestados. Desean proximidad y ruido. Gregarios de segunda clase. Yo no. Yo me pasaría horas y horas mirando al horizonte. Y siempre me parecerían pocas.
Posteado por: javibrasil | 26 agosto 2015
Responder